Me alegra que ahora recuerdes. Que siempre has sentido el deseo de hablar, de expresar La Verdad, lo más cercano que tengas a ella por el momento. Viniste a expresar tu voz y a ser escuchada. A veces has dejado de creer en ello, pero lo cierto es que por más que quieras quitarle peso al efecto que tiene que las personas te escuchen, no puedes despojar de su poder a tu voz. Es un don de nacimiento, que tiene las siguientes capacidades:
- Inspirar a los demás a alzar su propia voz
- Inspirar a los demás a escuchar que tienen una voz que existe
- Facilitar la observación de los pensamientos y las emociones de quien te escucha
- Inspirar fe y confianza en algo que posiblemente no se ve pero grande es su poder
- Traer al momento presente
Querida Diosa, que estás aquí presente. Gracias por estar aquí. Gracias por tu humilde y hermoso corazón. Gracias por tu gran disposición a dirigir tu mirada hacia tu interior y la vasija que lo contiene. Este cuerpo es el templo, de adoración, devoción, ofrenda, religión a la Diosa que eres. Esa esencia creativa, fertil, sensual, gentil, valiente, perseverante, es lo que te anima. Lo que mueve, hace que respires, que andes, que sueñes, que dances, que inspires.
Ya no importa cuál fue el momento en que dejaste de percibirte como una Diosa. No importa cuándo, quién, por qué. No ahora. Lo que importa es que en este presente continuo estás decidiendo recordar, mirar, sentir, ejercer, vivir, siendo Diosa. Caminar tu vida cada segundo con el merecimiento que es en verdad tu derecho.